Seyðisfjörður representa como ninguna otra localidad el espíritu de los fiordos orientales. Su entorno repleto de cascadas, las montañas nevadas que la rodean y su arquitectura de casas pintorescas, convierten a la localidad en un lugar de alto interés, tanto turístico, como cultural. No en vano, en Seyðisfjörður se encuentra una variopinta comunidad de artistas, artesanos y músicos.
¿Qué puedo ver en Seyðisfjörður?
La iglesia azul. Conocida como la Bláa Kirkjan, es el símbolo por excelencia de Seyðisfjörður. Pese a su hermoso y cuidado exterior, con el color azul pastel que la ha convertido en una de las imágenes más conocidas de Islandia, la iglesia presenta un interior bastante austero, y es difícil de ver porque, normalmente, se encuentra cerrada al público. Sólo abre en los meses de verano, cuando se celebran en su interior conciertos musicales semanales.
Monumento a la avalancha. Se trata de un monumento conmemorativo de la avalancha que sufrió el pueblo en el año 1996, en la que, afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas mortales. El monumento se erige junto a la iglesia azul, y está formado por las vigas procedentes de la fábrica que fue arrasada por la avalancha. Las vigas fueron pintadas de blanco y se levantan tal y como quedaron tras la devastación del edificio de la fábrica.
Skaftfell-Centro de artes gráficas. Situado sobre el Skaftfell Bistro, se encuentra la galería de arte contemporáneo que alberga exposiciones y centra sus actividades en la residencia de artistas y la creación de talleres. Si somos aficionados al arte, la visita merecerá la pena.
Historia de Seyðisfjörður.
Establecida como un puerto comercial en 1834 por inmigrantes noruegos, Seyðisfjörður se transformó, a finales del siglo XIX, en la localidad más relevante del este islandés, gracias a que la enorme longitud del fiordo, que proporciona nombre a la localidad, formaba un increíble refugio natural para los barcos que fondeaban en sus atracaderos frente a las eventualidades de la mala mar.
Debido a esas características de su entorno, Seyðisfjörður se convirtió en el muelle de arribo primordial de los navíos que procedían de Europa, tradición que sigue vigente actualmente, dado que es el destino final del ferry que une la isla con Dinamarca y, por consiguiente, la etapa inicial de los pasajeros que se desplazan hasta Islandia por mar, aunque la mayoría de ellos se desplace nada más llegar hasta Egilsstaðir, por hallarse en un cruce de caminos más correcto para ofrecer comienzo a un paseo turístico por el país.